viernes, mayo 04, 2007

LA TOPOLOGÍA DE LOS CENTROS COMERCIALES



Este tema, el de los centros comerciales, tiene pinta de convertirse en un tema recurrente en este blog. No es extraño. Cada vez hay mas, cada vez los veo más cerca de mi vida cotidiana y para más cosas y cada vez, por lo tanto, me dan más miedo...

Topología es una palabra bonita. Es una rama de las matemáticas que estudia la continuidad y derivados. Estudia lo que pasa en las cercanías de un punto. Construye "bolas" que recubren el punto y estudia lo que pasa en ellas y en la frontera de ellas, aunque sean bolas de radio infinitamente pequeño... Apasionante, aunque tiene sus limitaciones, claro. Por ejemplo, topológicamente no hay forma de distinguir un donuts de una taza de café.
:-)

A lo que vamos, que me lío.

El caso es que los centros comerciales se colocan en mi vida como un elemento más del continuo, no como algo discreto y acotado, sino como un elemento que irradia influencias hacia muchos (puede que hacia todos) los factores de mi rutina.
Las tiendecitas de mi barrio cambian (algunas cierran, otras se transforman) porque el centro comercial más cercano cubre mis necesidades de compra. El horario comercial es el que dice el centro comercial. El cine, está allí, en el centro comercial...

Poco importa si llueve, hace sol, frío, viento. Puedo vestirme casi todo el año de la misma forma, porque la calefaccción o el aire acondicionado harán que dentro del centro comercial me olvide del exterior. De hecho, la mayoría de los centros comerciales no tienen ventanas ni nada parecido, porque la sobervia de las grandes superficies no soporta comprobar que no puede controlar el clima. Por eso, crea su propio microclima, donde sus bombillas dicen si es de día o no, sus climatizadores deciden la temperatura y sus estantes deciden lo que hay que comprar más y lo que menos...
Me temo que los centros comerciales secan el barrio para convertirse en los únicos oasis.
Tengo miedo, pero intento resistir. He perdido, de momento, la batalla de la compra mensual (la hago en el centro comercial), pero defiendo con uñas y dientes mi tiempo de ocio. Las cañas, en el barrio. El cine, en el centro de la ciudad, no en el comercial. Los paseos, en el parque, en la casa de campo, en la sierra. ¿Cuanto tiempo resistiré? No lo se. Tal vez este sea el epitafio del mohicano ...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Te entiendo. A mi me costaba un montón resistir. El centro comercial (creo que por anotnomasia) quedaba re cerquita de mi casa. A ese sentirse absorvido por un centro comercial lo llamábamos el "efecto Parquesur".
¡Qué días alienantes los pasados ahí adentro! Con la música a todo volumen y esa terrible cantidad de gente...
Por suerte, ahora vivo a más de 20 kilómetros del centro comercial más cercano. Tuve mono durante un tiempo, pero creo que me curé.
Bueno...sigo haciendo las compras en uno, pero sólo eso :-)
Aunque esto da para una larga charla. Sobre todo lo referente a las tiendas del barrio o del pueblo. Al menos yo no tengo una visión tan romántica sobre ellas como creo (por lo que se vislumbra a través de lo que escribiste) tenés vos.

Ah! y sobre la topología...me hiciste volver a pensar y leer sobre esas cosas porque... ¡imaginé una taza sin asa! eso me pasa por haber ido a tomar café a una cafetería preciosa que hay cerca de la puerta de Alcalá donde las tazas son paraboloides *g*