Me gustaba ir a comprar. Ahora no. ¿Por qué? Pues porque ahora veo la compra como una tarea de recolección de latas y paquetes mientras que antes, iba a un mercado y hablaba con las personas que me vendían la comida. He perdido esa costumbre y la echo en falta...
Pero me desquito. Hay algo que siempre hago cuando voy a pagar en el centro comercial. Todas las cajeras (y los cajeros, aunque son muy pocos) llevan una chapita con su nombre. siempre hago todo lo posible por leer ese nombre y, siempre, encuentro una excusa para utilizarlo.
-Por favor, Brenda, ¿me darías más bolsas?
- Muchas gracias, Marta, hasta otro día
- Ana, ¿me das otro boli que este no pinta?
¡Ánimo! ¡Hazlo! La compra no te va a salir más barata, ni los tomates van a estar mas jugosos. Pero la reacción de la cajera, la sonrisa que se les suele dibujar en los ojos, la cara de sorpresa o el movimiento divertido y coqueto que algunas hacen paar taparse la chapita cuando descubren el truco, puede alegra tu labor recolectora-de-envases en gran medida.
Hazlo, y vienes y nos cuentas...
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3 comentarios:
¡He estado tentadísimo de hacerlo miles de veces! Leo las chapitas, o el nombre en la cuenta: "le atendió..." y callo siempre un poco por vergüenza... Pero veo que funciona, y reivindico esa pelea (en los tiempos que corren, casi revolución) por lo personal una vez que casi ha desaparecido la compra tradicional... Lo haré, volveré, y contaré...
Cuanto me gustaría leer alguna experiencia sobre este particular...
¿Nadie se anima?
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